Esos astros, aun invisible en lo profundo de la noche,
No brillas, pues, en vano ; no pienses que, aunque hombres
No hubieran, carecería de espectadores el Cielo y de
Alabanzas; millones de criaturas espirituales recorren la Tierra invisibles, cuando en vela estamos y cuando dormimos;
Todas ellas sin cesar de alabarlo día y noche
Sus obras contemplan: cuántas veces desde la falda de
Una colina o un bosquecillo en que el eco resuea voces
Hemos oído celestiales en el aire de medianoche,
Solas o respondiéndose, que cantaban a su creador...
Aquella noche me enamoré de una voz. Sólo una voz. No quería oír nada más.
Me levanté y me marché.
Aquel hombre era un sauce. ¿ Qué aspecto tendría en invierno, a mi edad ? Lo veo aún, siempre, con los ojos de Adán: Sus torpes miembros al saltar de un avión, al agacharse entre nosotros para avivar el fuego, su codo alzado y apuntando hacia mí al beber de una cantimplora.
Unos meses después, un día que habíamos salido en grupo, estaba bailando conmigo un valsen ElCairo. Aunque ligeramente bebida, la expresión de su cara era impenetrable. Incluso ahora creo que nunca se mostró su rostromás revelador que en aquella ocasión, en que losdos estábamos medio bebidos y no éramos amantes.
Durante todos estos años he estado intentando descubrir qué quería transmitirme con aquella mirada. Parecia desprecio. Ésa fué mi impresión. Ahora creo que estaba estudiándome. Era una persona inocente y algo en mí le extrañaba. Yo estaba comportándome como suelo hacerlo en los bares, pero aquella vez no con la compañía idónea. Soy de las que no mezclan los códigosde comportamiento.Me había olvidado de que el era mas joven que yo
Estaba estudiándome, pura y simplemente.Y yo le observaba para descubrir un falso movimiento en su mirada como de estatua,algo que le traicionara.
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